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Es escritor, juez y profesor de Derecho. Además, integra la Academia Argentina de Letras. Publicó un nuevo libro de relatos, titulado Donde la luz se pierde.
Andrés Gabrielli, en Uno — Eduardo Álvarez Tuñón se mueve entre dos mundos, el de la justicia y el de la literatura.
Tiene una nutrida foja de servicios como juez, fiscal, profesor de Derecho.
Como escritor, su sensibilidad se fue templando en la poesía. Lo confirma la fineza y hondura en la construcción de los personajes que animan su nuevo libro de relatos, Donde la luz se pierde.
[…] Desde Belgrano, Buenos Aires, habla con el programa La Conversación de Radio Nihuil.
- Hola, Eduardo. Qué bueno retomar el contacto después de anterior libro, El tropiezo del tiempo.
- Un gusto hablar con ustedes y evocar Mendoza, que es una provincia que me gusta mucho. ¡Miren si me gustará que este año he estado tres veces!
- ¿Haciendo qué, además de la reunión de la Academia?
- Estuve dando una clase de posgrado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Cuyo y otra vez más en el cumpleaños de un amigo. Así que conozco y quiero mucho a Mendoza y voy muy seguido.
- Ahora nos llegó Donde la luz se pierde. Un conjunto de relatos, sinceramente, fascinante.
- ¡Uy, me causa mucho placer oírlo!
- En una entrevista de la revista Jot Down, la número 39, vos decías: “Aspiro a ser subrayado, no sé si lo lograré”. Pues bien, este nuevo libro tuyo lo tenemos todo subrayado. Así que se ve que lo lograste.
- Bueno, cuánto me alegro (ríe).
- A partir de la charla con Jot Down, queda claro que hay una relación de vasos comunicantes entre tu carrera judicial y tus relatos, ¿no?
- Sí. Es cierto. Realmente es cierto. Y todos mis relatos, salvo el que da título al libro y el último, están basados en historias reales.
- ¿Por qué?
- A mí me gusta mucho trabajar lo real inverosímil, es decir, las cosas que pasaron y que el lector se pregunta: ¿pero esto realmente pasó? Y realmente pasó.
- Dentro de tu historia personal, hay un personaje muy interesante, tu tía abuela, con la cual te criaste.
- Sí. Mi padre falleció cuando yo era muy niño. Tenía tres años. Él murió de una aneurisma cerebral a los 32 años. Yo me crié con mi madre y con mis tías, que en realidad eran mis tías abuelas […].
Seguir leyendo la entrevista en Uno.
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