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La novela póstuma de un prosista magistral.

La Gaceta — En una famosa entrevista en la BBC TV a mediados de los 70s del siglo pasado, Orson Welles, hablando de su amigo Ernest Hemingway, destacó que los escritores entran en un eclipse justo después de su muerte.
Este oscurecimiento parece todavía no haber alcanzado a la obra de Abel Posse, fallecido en 2023, ya que está por aparecer en la 84ª Feria del Libro de Madrid en junio su novela póstuma: Los heraldos negros (Editorial Verbum). Esta esperada novela cierra el ciclo que Posse llamó la Tetralogía del Descubrimiento y la Conquista de América.
A esta ambiciosa serie de novelas la concibió Posse en el siguiente orden: Los perros del paraíso, donde aparece un místico Cristóbal Colón en busca del Edén. Daimón, en la que deambula por casi quinientos años el conquistador Lope de Aguirre devenido un zeitgeist de la historia de América (novela cuya primera edición argentina fue censurada en 1978). Y las memorias secretas del náufrago Álvar Núñez Cabeza de Vaca en El largo atardecer del caminante, quien emprendió una descomunal caminata en cuero, sin espada ni cruz, desde las costas de Florida por el suroeste estadounidense hasta México.
Los heraldos negros, como las tres primeras novelas del ciclo, propician un sacudón al género de la novela histórica tradicional, mutando por completo a este subgénero de la novela. Así, este autor arroja por la borda a la novela neorrealista con su minuciosa y detallada recreación de épocas pretéritas. De ahí que las novelas históricas de Abel Posse se distingan por su desmesurado cometido de querer contarlo todo: los orígenes de la identidad americana, el encontronazo de cosmovisiones de los mundos americanos y europeos, politeísmos originarios y monoteísmo judeocristiano, el catolicismo imperial, el auge y ocaso de la modernidad occidental, las heridas del colonialismo, y el viaje como odisea exterior e interior. Cargadas de ironía, humor y sarcasmo, exageraciones y anacronismos, en estas novelas Abel Posse incita al lector a meditar sobre las secuelas del pasado en nuestro presente.
En todas sus novelas hay tanto una experimentación de la arquitectura de la novela, como de su prosa. Para Abel Posse, el gran reto que se proponía en su literatura era lograr la tonalidad estilística justa para lo que quería narrar. En Los heraldos negros alcanza esta meta de manera ejemplar, al fundir su estilo animadamente desbordante con destellos barrocos, con el de una sobria intimidad poética en los tramos meditativos de la novela […].
Seguir leyendo el artículo del académico correspondiente de la AAL con residencia en Australia Roberto Esposto publicado en La Gaceta Literaria, el domingo 8 de junio.
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