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COMUNICACIONES

«Sesquicentenario del nacimiento de Antonio Machado (1875-1939).
Caminar soñando con los ojos abiertos»,
por Alicia María Zorrilla

 

En la sesión ordinaria del jueves 13 de noviembre, la académica de número Alicia María Zorrilla leyó su comunicación titulada «Caminar soñando con los ojos abiertos», en homenaje al poeta español Antonio Machado, de cuyo nacimiento se cumplieron ciento cincuenta años el pasado 26 de julio.

El artículo de Alicia María Zorrilla se publica a continuación y también será difundido —como se hace con todas las comunicaciones de los académicos leídas en sesión ordinaria— en el Boletín de la Academia Argentina de Letras —publicación impresa periódica y órgano oficial de la Academia—, en el número que corresponderá al período de julio-diciembre de 2025.

antonio machado

Alicia María Zorrilla — […] Para celebrar el sesquicentenario del nacimiento del escritor Antonio Cipriano José María Francisco de Santa Ana y de la Santísima Trinidad Machado Ruiz (1875-1939), ese sevillano que creía en la palabra buena, en la libertad, en la esperanza y «en el Dios que se lleva y que se hace»; ese hombre que trabajaba con el corazón, siempre pensativo, poeta y «triste y pobre filósofo trasnochado», sin paz interior, al que sus amigos llamaban «Machado el Bueno», hemos tratado de enlazar su obra en prosa y su epistolario con sus poemas, es decir, de corroborar la poética que aquellos encierran a través de los temas fundamentales a que alude en estos (el agua, el camino, el mar, la muerte, la soledad, el sueño, la tarde, el tiempo, etc.); y, además, de definirlo mediante sus pensamientos, ya que hallamos toda su historia en sus versos.

Nace en Sevilla la madrugada del 26 de julio de 1875, en el célebre palacio de las Dueñas, situado en la calle del mismo nombre. «Mis recuerdos de la ciudad natal —dice— son todos infantiles, porque a los ocho años pasé a Madrid, adonde mis padres se trasladaron, y me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza. A sus maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y mi juventud son madrileñas. He viajado algo por Francia y por España. En 1907 obtuve cátedra de lengua francesa, que profesé durante cinco años en Soria: “Yo tenía un recuerdo muy bello de Andalucía, donde pasé feliz mis años de infancia. Los hermanos Quintero estrenaron entonces en Madrid El genio alegre, y alguien me dijo: ‘Vaya usted a verla. En esa comedia está toda Andalucía’. Y fui a verla, y pensé: ‘Si es esto de verdad Andalucía, prefiero Soria’. Y a Soria me fui”. Allí me casé; allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre. Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer». Aquí se interrumpe esta breve nota autobiográfica de Antonio Machado redactada en 1917, al frente de sus Poesías escogidas. La muerte de Leonor Izquierdo Cuevas en 1912 constituye el fondo más sólido de su espíritu; lo deja tan devastado que pierde su lugar en el mundo, y su obra queda trunca. Solicita su traslado a Madrid, pero la vacante está en Baeza, en cuya Universidad enseña durante siete años Gramática Francesa. No obstante, viaja con frecuencia a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras. En 1917, conoce a Federico García Lorca. Confiesa que lee a Gonzalo de Berceo, al poeta granadino y a Jorge Manrique. En 1918, obtiene el título de licenciado en Filosofía y Letras, y, aunque aspira a un doctorado, no lo logra. En 1919, deja Baeza rumbo a Segovia, donde obtiene una cátedra en el Instituto General y Técnico, en el que también se desempeña como vicedirector hasta 1932. En 1927, es elegido miembro de la Real Academia Española, pero no llega a leer su discurso de ingreso. En una carta a Miguel de Unamuno, quien llamaba al poeta «mi Antonio Machado», le cuenta la noticia con cierta ironía: «Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices…». En Segovia, conoce en 1928 a Pilar de Valderrama, la «Guiomar» de sus versos, su «diosa», la mujer que «ha esperado toda una vida» y a la que le ruega que no lo olvide nunca, y entabla con ella una relación de amor entrañable durante ocho años: «Tu poeta vive por ti y para ti». A ella le confiesa que viste tan mal —«mi torpe aliño indumentario»— porque gasta todo su dinero en libros, no en ropa […].

Continuar leyendo la comunicación de Alicia María Zorrilla.

 


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