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CON PARTICIPACIÓN DE HILDA ALBANO

Una tertulia que celebró la consolidación
de la disciplina de la corrección de textos

 

hilda albano

El sábado 25 de octubre, a las 16.00 (hora de Argentina), se llevó a cabo la Tertulia de corrección, un encuentro transmitido en vivo que reunió a especialistas de la lengua, la corrección y la docencia. El evento fue la presentación oficial del libro Corrección de textos: principios, historia y práctica, de Nuria Gómez Belart y Valeria Colella, una obra que propone un recorrido integral por la corrección entendida como disciplina y consolida el campo de la Correctología dentro de la lingüística aplicada.

Acompañadas por Hilda Albano [académica de número de la AAL], Carolina Crespo y Angélica Vaninetti, las autoras compartieron perspectivas sobre los desafíos actuales de la corrección profesional en un contexto marcado por la digitalización y la inteligencia artificial. El clima del encuentro fue el de una conversación abierta, donde se cruzaron miradas teóricas, experiencias docentes y prácticas profesionales.

La obra, que cuenta con el prólogo de la académica de la AAL Hilda Albano, reúne capítulos de autoras y autores de reconocida trayectoria —entre ellos, Carolina Crespo, Angélica Vaninetti y Marcos Montes Welch— que abordan desde la historia del oficio hasta los dilemas éticos y estilísticos de la corrección contemporánea.


La corrección como práctica intelectual y ética

Hilda Albano fue la voz que trazó el arco conceptual más amplio de la jornada. Recordó cómo la corrección, durante décadas, se desarrolló como una tarea silenciosa, asociada al control de normas, sin reconocimiento del conocimiento que implica. En sus palabras, «la corrección no es un gesto subordinado a la gramática, sino una práctica que exige interpretar, decidir y argumentar».

La docente evocó los primeros años de formación de correctores, cuando la enseñanza de la gramática aún se entendía como un sistema cerrado. Contó que el cambio se produjo al advertir que la gramática debía dejar de ser un fin para convertirse en una herramienta de lectura y análisis. «Comprendimos —dijo— que la estructura no basta para garantizar la claridad. Es necesario pensar qué efectos genera cada elección y cómo incide en la comprensión del texto».

Albano situó en ese punto el comienzo de una transformación profunda: la corrección como un acto reflexivo y no mecánico, como una práctica que vincula la lengua con la ética, la responsabilidad y la interpretación.



La Correctología y la conciencia del sentido

En la tertulia, Albano explicó que el surgimiento de la Correctología no fue un hallazgo repentino, sino la consecuencia de años de docencia, práctica y reflexión compartida. «Lo que hoy llamamos Correctología —dijo— nació de las preguntas y las dudas de quienes corrigen. De ese trabajo cotidiano que convirtió un oficio en una disciplina».

Habló también del modo en que la corrección dejó de ser un territorio invisible para transformarse en una práctica intelectual capaz de generar conocimiento. «Cada generación de correctores amplía el horizonte de la anterior. Lo que antes era un gesto técnico hoy es un espacio de pensamiento, una lectura que produce teoría».

Su intervención giró luego hacia la ética del oficio. «No hay corrección neutral —afirmó—. Cada decisión lingüística tiene consecuencias. Una construcción pasiva puede borrar responsabilidades; una nominalización puede volver impersonal lo que debería ser directo. Corregir implica asumir esa conciencia y decidir con responsabilidad».

Albano planteó que la corrección ética comienza en la lectura: en advertir dónde un texto pierde humanidad o dónde la forma impide el acceso al sentido. Para ella, «la ética no se enseña como un tema aparte, sino que se construye en la práctica, en cada palabra que se decide conservar o transformar».


La gramática como saber vital

En uno de los momentos más recordados de la tertulia, Albano retomó una idea que atraviesa toda su obra: la gramática como saber vital. «Reflexionar sobre la gramática —dijo— es reflexionar sobre la vida. Cada forma lingüística es una elección, y elegir es un acto de libertad y de responsabilidad».

La gramática, explicó, no es una serie de normas, sino una forma de mirar el mundo. En ese sentido, enseñar o corregir no consiste en aplicar reglas, sino en comprender cómo las estructuras reflejan relaciones, jerarquías y modos de decir. «Cuando analizamos una oración, no solo vemos palabras —expresó—, vemos decisiones, vemos formas de pensamiento».

Esa concepción, que atraviesa tanto su trabajo académico como su práctica docente, resonó entre los asistentes. La corrección apareció entonces no solo como un campo técnico, sino como un ejercicio de lectura profunda, de escucha y de responsabilidad.


Una lectura que se vuelve ética

La tertulia cerró con la voz de Albano retomando el hilo central de su intervención: la idea de que la corrección es, en esencia, una forma de lectura ética. «Corregir no es ajustar un texto —concluyó—, sino cuidar la claridad y el vínculo entre quienes se comunican. Cada elección lingüística define una relación con el otro».

Sus palabras quedaron como síntesis del encuentro. Más que presentar un libro, la Tertulia de corrección puso en escena una manera de pensar el oficio: la corrección como un saber que combina técnica, sensibilidad y conciencia.

En ese tono reflexivo, Albano ofreció una imagen que resume el espíritu del encuentro: la corrección como una práctica viva, que cambia con la lengua y con las personas que la ejercen. Una práctica que, en sus propias palabras, «no solo mejora textos, sino también la forma en que nos relacionamos a través del lenguaje».

 


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