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[…] Vayamos al primero de esos momentos fundantes para el Río de la Plata, guiados por Jorge Luis Borges:
¿Y fue por este mar de sueñera y de barro
que las naves vinieron a fundarme la Patria?
Irían dando tumbos los barquitos pintados
sobre los camalotes de la corriente zaina.
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Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imán que enloquecen la brújula.
Dentro del deslumbrante relato imaginario que Borges va desplegando en su «Fundación mítica de Buenos Aires», no deja de introducir un dato histórico que nos recuerda como punto de partida de sus versos, la primera fundación de la ciudad. Lo hace al evocar la llegada a las tierras del Plata, de una armada de más de dos mil hombres, pues esa fue la que, a bordo de alrededor de catorce naves, vino bajo el mando de D. Pedro de Mendoza. Eran cifras excepcionales para las expediciones de la época y estaban justificadas por sus grandes propósitos, como frenar el avance portugués mediante fundaciones en las desiertas orillas del que se conocía como «Mar de Solís», encontrar un paso entre los dos océanos y buscar el camino hacia la legendaria sierra de la plata y sus fabulosos tesoros. Todavía hoy, nos asombra que las extraordinarias previsiones para tan ambicioso proyecto no pudieron evitar que sucumbiera a un trágico fracaso.
Numerosos historiadores han investigado estos hechos y han elaborado diferentes interpretaciones. Pero, en estas páginas intentaremos observarlos desde una perspectiva poco y nada frecuentada. Por eso nuestro punto de partida será un documento que se encuentra en el Archivo General de Indias, Patronato 29, ramo 14, y que reviste una fundamental importancia para nuestra historia cultural porque allí se conserva la única copia del poema llamado Romance elegíaco, de Luis de Miranda y Villafañe, donde este clérigo de la armada de Mendoza narra todas las calamidades que la fueron diezmando. Una composición que, tardíamente, ha sido reconocida, con toda justicia, como la obra fundacional de la literatura argentina.
Pero nos ocuparemos de ella más adelante porque considero necesario tomar en cuenta, en un comienzo, un aspecto meramente administrativo de dicho documento. Consiste en una lista inserta antes del poema, donde se da cuenta al presidente del Consejo Real de Indias, Juan de Ovando, de los nombres, oficios y orígenes de los integrantes de las sucesivas expediciones al Río de la Plata que, alrededor de 1560, aún se encontraban en la región. Aparentemente, no hay nada más alejado de nuestros intereses que este seco informe, propio del aparato burocrático que se desarrolló durante el reinado de Felipe II. Pero si lo abordamos desde una perspectiva que sí involucra al mundo de las letras como es el de la construcción de los imaginarios, esta lista ofrece, a mi juicio, un relieve particular […].
Leer el discurso completo de Sofía Carrizo Rueda, académica de número de la AAL, pronunciado el 5 de septiembre de 2024 en el acto de la Academia Argentina de Letras en que celebró su recepción pública.
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