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Un análisis de la poética de Rafael Felipe Oteriño:
memorias en construcción

 

Un estudio profundo desde sus inicios, hace más de cincuenta años, hasta su último poemario. El recorrido del poeta y su poesía, los cambios y lo inmutable, sus pasiones y el tamiz poético de lo cotidiano.

rafael felipe oteriño
Rafael Felipe Oteriño. / Fotos: Mauricio Arduin.

Carlos Aletto, en La Capital de Mar del Plata — Desde hace décadas, Mar del Plata tiene en Rafael Felipe Oteriño [académico de número y vicepresidente de la AAL] no solo a uno de sus poetas fundamentales, sino también a un intelectual cuya presencia cultural ha sido constante y silenciosamente fecunda. Nacido en La Plata en 1945, pero radicado desde sus treinta años en Mar del Plata, Oteriño se ha convertido en una figura indiscutible del panorama literario de esta ciudad. Su obra, que ahora puede leerse en su Antología personal abarca trece poemarios escritos entre 1966 y 2023: más de medio siglo de producción poética.

Esta cuidadosa edición publicada por Libros del Zorzal nos ofrece una suerte de mapa íntimo de los impulsos poético y estilístico de Oteriño. Es una invitación explícita a recorrer su trayectoria mediante un ejercicio de exégesis reflexiva y, a la vez, un panorama de su geografía poética.

El primer poema, «Altas lluvias», escrito cuando tenía apenas veinte años, funciona como epígrafe en el umbral mismo de la antología. Estos versos son una suerte de manifiesto poético que anticipa gran parte de su trayectoria: «Quisiera que este viento no terminara nunca / y que nunca nada tuviera fin; / que el amor fuera un río que no cesa, / y yo me internara en él / como los peces que creen nadar en la corriente / y son llevados por el agua…». Esta declaración inicial apunta a una concepción particular de la poesía como resistencia al tiempo, al olvido, a la finitud; pero también alude a la aceptación del devenir, de aquello que escapa al control consciente y racional.

En esta línea, el poeta recupera también la idea de Saint-John Perse según la cual la poesía encarna la «mala conciencia de su época», como si su mera existencia recordara que hay otras formas posibles de mirar, de decir y de vivir.

Por otra parte, la revisión crítica de sus primeros poemas permite observar claramente la fuerte impronta que ejercieron sobre el joven Oteriño lecturas fundamentales. La poesía española del 27 con autores como Pedro Salinas, Rafael Alberti o Luis Cernuda dejó marcas indelebles en su estilo inicial, al igual que lo hicieron los argentinos de la generación neorromántica del 40, especialmente Ricardo E. Molinari y César Fernández Moreno. En esos primeros años, el poeta reconoce que aún utilizaba «un lenguaje todavía no interiorizado», casi como si la propia expresión poética fuera algo externo que necesitaba apropiarse paulatinamente. Este período formativo deja en evidencia que el poeta es ante todo un lector apasionado y atento.

Más adelante, el descubrimiento del surrealismo como una forma revitalizadora y su acercamiento al coloquialismo urbano le permitieron explorar nuevas posibilidades expresivas, ampliando el registro de su poesía en dirección a una sensibilidad más contemporánea […].

Seguir leyendo el artículo en La Capital.

  • Rafael Felipe Oteriño: «Estoy encantado, tener un lector joven es lo más maravilloso»

    Paola Galano, en La Capital de Mar del Plata — Poeta de renombre, ensayista, exjuez, miembro de la Academia Argentina de Letras, Oteriño vive en Mar del Plata desde sus 25 años. Activo, siempre lúcido, a sus casi 80 años da pistas para entender el rol de la poesía en un mundo como el de hoy. «La poesía también es una zona de resistencia de ciertos atropellos», explica en esta entrevista. Los amigos escritores, el poder del mar y el amor a las palabras.
 


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