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Acaba de publicarse La suma de los días, donde el filósofo [vicepresidente de la AAL] reúne una selección de anotaciones que conformaron el diario que llevó durante casi cuatro décadas.

Crédito: Hernan Zenteno - La Nacion.
Daniel Gigena, en La Nación — Los apuntes autobiográficos, aforismos y «estela de recuerdos», entradas de un diario de citas (de Píndaro, Alberto Girri, Marguerite Duras, Martin Heidegger, Paul Celan, Alfonso Reyes, Pascal Quignard, entre otros), crónicas de viajero (por París, San Pablo, La Cumbre o Lisboa) y dosis de alquimia retórica que conforman el nuevo libro de Santiago Kovadloff (Buenos Aires, 1942), fueron escritos entre 1985 y 2023 en un cuaderno que, cuenta el autor, ya no existe. «Destruí el original cuando terminé de componer La suma de los días (Emecé) —dice el filósofo y escritor a La Nación—. Siempre al finalizar un libro destruyo los originales, las muchas versiones que preceden a la definitiva. En este caso era un solo cuaderno. Al sentir que me quedaba con lo esencial, no me dolió decirle adiós. O tal vez sí pero me esfuerzo en creer que no».
Su decisión encuentra una explicación en una de las entradas del volumen, fechada en mayo de 1988. «Adolfo Bioy Casares escribió una vez que a las visitas no se las debe recibir en la cocina. ¿Para qué dejar en la página huellas del esfuerzo laborioso? Los borradores deben desaparecer. La composición es tan privada, tan íntima como un encuentro amoroso. Asomarse a un manuscrito ajeno tiene algo de obsceno».
Asomarse a los fragmentos de una vida de La suma de los días, en cambio, permite conocer las «inquietudes vivas» del pensador, algunas constantes de su obra ensayística (la ética, el pensamiento crítico, la identidad judía, el papel de la cultura en el combate contra las ideas estereotipadas, la condición humana) y de su oficio como poeta, en clave íntima. «Mi poesía es la de un relator —observa en una anotación de abril de 2014—. Yo cuento. Es al relatar que ese suelo llamado lo lírico absorbe lo que digo. La iluminación poética es algo que solo me alcanza en el trato con lo más obvio. En lo gris, la gota de luz».
«El origen de muchos de mis ensayos, especialmente los que llamo ‘ensayos de intimidad’, se encuentra en notas como las que reúno en este libro —dice Kovadloff a La Nación—. Sin embargo, no escribí ninguna de estas notas con la intención de desarrollarlas. Quise que fuera lo que son: textos generalmente breves, asertivos o conjeturales, que reflejaran mis vivencias de escritor, de flâneur, de lector o padre de mis hijos. Seguramente la modalidad que adopté debe mucho a la forma en que Pascal, el Adorno de Minima Moralia o Cioran adoptaron para decir lo suyo».
Para el autor, su nuevo libro admite varias posibilidades de lectura. «A veces una de ellas se impone sobre las otras dos, pero todas se alternan en lo que escribí, cuando no se enhebran y complementan. Uno de los motivos por los que me decidí a publicarlo fue esa alternancia que se transforma en conjunción y viceversa. Me interesó ese vaivén, esa oscilación», reconoce […].
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