Rompehuelgas, strikebreaker (en inglés), Streikbrecher (alemán), fura-greve (portugués), briseur de grève (francés). Históricamente, las lenguas han acuñado diversas formas para llamar al obrero que no se acoge a la huelga o al trabajador contratado para reemplazar a los ausentes. A estas formas más transparentes se suman las variantes coloquiales, que multiplican las asociaciones metafóricas, siempre signadas por la carga peyorativa: la alusión animal de carnero en el español rioplatense, el rencor histórico contra el esquirol en España; blackleg y scab en inglés, el primero referido a la pierna gangrenada y el segundo, a la sarna de los perros o a la costra infecciosa que recubre una lesión.
A comienzos de siglo XX, en los países del Cono Sur (Chile, Argentina y Uruguay) comenzó a usarse el italianismo crumiro para designar a los rompehuelgas.De acuerdo con la segunda edición del Diccionario del habla de los argentinos (Academia Argentina de Letras, 2008), la voz proviene del francés kroumir, tomada a su vez del árabe Humair, nombre con que se designa a un grupo de tribus tunecinas que cruzaban la frontera con Argelia para saquear a sus vecinos. La criminalidad de los kroumirs les valió la fama de bárbaros y dio origen al sentido despectivo con que tradicionalmente se empleó el gentilicio en Francia: «¡Cómo hemos tenido continuamente en mente las incursiones de algunos bandoleros kroumirs, tribu errante y bárbara, en la frontera casi indeterminada de nuestras posesiones africanas!» (Guy de Maupassant, “Historia corsa” en Cuentos y novelas [1881]).
En nuestro país, con el movimiento obrero de principios de siglo, el término comienza a difundirse entre anarquistas y comunistas, quienes empleaban el insultante “crumiro” para acusar a los compañeros rompehuelgas. La voz comienza a ser usada también por los escritores y se integra al vocabulario básico de la literatura de izquierda: Elías Castelnuovo llama crumiros al grupo de obreros más odiado del episodio de “La Huelga” (Vidas proletarias, 1934), a quienes los comunistas creen que
deben aleccionar y los anarquistas, matar: «¡Mañana tenemos que impedir la entrada de los crumiros! ¡Con autodefensa, mañana no entra nadie!» (cit. por Sarlo: 2003, 203).
El término también llega a las páginas de la prensa, convulsionada en aquellos días por un enfrentamiento de los obreros gráficos contra los periódicos de mayores ventas. Ante el paro, el diario La Razón contrata a vendedores no sindicalizados a quienes los huelguistas acusan por la muerte de un joven canillita:
El comité de huelga de esta entidad, en vista de que anoche los crumiros que venden el diario La Razón han dado muerte alevosamente al compañero José Santagalla resuelve que, como acto de protesta, sea declarada la huelga general del gremio de vendedores de diarios para hoy por la tarde. (“Federación vendedores de diarios”, en La Vanguardia, 16 de marzo de 1922, citado por Saítta: 1996, 97)
Cuando los conflictos sindicales recrudecen, Natalio Botana, director de Crítica,decide despedir a dos obreros del taller y los reemplaza con trabajadores no sindicalizados. En un espacio generosamente concedido por la revista Claridad, antagonista de Crítica, Leónidas Barletta publica una dura carta contra Botana donde lo acusa de contratar “crumiros intelectuales”, en referencia a los escritores martinfierristas que asumen las columnas vacantes. Y a pesar de que en la actualidad la forma crumiro ha caído en desuso —ha persistido el zoomórfico carnero—, en su derrotero ha dejado huellas que pueden ilustrar antiguos conflictos obreros y hasta rencillas literarias que luego marcarían la historia de nuestra literatura.
Referencias
Mauppasant, Guy de. “Histoire corse”, Contes et nouvelles. Paris: Gallimard, 1974, 319-323.
Sarlo, Beatriz (2003). Una modernidad periférica. Buenos Aires: 1920-1930. Buenos Aires: Nueva Visión.
Saítta, Sylvia (1996). «Crítica» en la constitución del periodismo moderno (1913-1932). Tesis presentada para la obtención del título de Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Letras. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras.