El académico Hugo Beccacece fue incorporado públicamente a la AAL

La Academia Argentina de Letras celebró la recepción pública del académico de número Hugo Beccacece. Su ingreso formal a nuestra Institución se llevó a cabo el jueves 12 de septiembre, a las 18.30, en el Gran Hall del Palacio Errázuriz, sede de la Academia y del Museo Nacional de Arte Decorativo.

Los oradores fueron los académicos Alicia María Zorrilla, presidenta de la Academia, quien pronunció las palabras de apertura; Jorge Fernández Díaz, quien dio el discurso de bienvenida y de presentación titulado “Hugo Beccacece, el maestro de los retratos inolvidables”; y el recipiendario, que expuso sobre “Maestros de civilización y barbarie. Memorias del cuerpo y de la palabra”.

El acto contó con la presencia del secretario de Cultura del Gobierno de la Nación Argentina, Pablo Avelluto; el director del Museo Nacional de Arte Decorativo, Martín Marcos; el presidente de la Academia Argentina de Turismo, Carlos Gutiérrez; la señora actriz y conductora Mirtha Legrand; representantes de Academias Nacionales y de los medios; y los académicos de la AAL Alicia María Zorrilla, Presidenta; Rafael Felipe Oteriño, Secretario general; Pablo Cavallero, Antonio Requeni, Pablo De Santis, Olga Fernández Latour de Botas, Norma Carricaburo, Santiago Sylvester, Jorge Fernández Díaz y Jorge Cruz.

También estuvieron presentes, entre otros, Edgardo Cozarinsky, Ivonne Bordelois, Alejandro Katz, Jorge Mara, María Sáenz Quesada, Paula Pico Estrada, Pablo Zunino, Josefina Delgado, Vlady Kociancich, Lía Rosa Gálvez, Juan Boido, Guillermo Jaim Etcheverry, María Rosa Lojo, Graciela Melgarejo, Fernando Sánchez Sorondo, Pedro Rey, Alejandro Winograd, Paula Pico Estrada, Ivana Costa y Verónica Chiaravalli.

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Mirtha Legrand y Pablo Avelluto

Los discursos completos, que se resumen más abajo en esta nota, se difundirán en el Boletín de la Academia Argentina de Letras —publicación impresa periódica y órgano oficial de la Academia—, en el número que corresponderá al período de julio-diciembre de 2019.


Fuente: Infobae - Crédito: Chule Valerga

El escritor, periodista y docente Prof. Hugo Beccacece fue elegido académico de número por los miembros de la Academia Argentina de Letras el 13 de septiembre de 2018. Desde ese día ocupa el sillón “Domingo Faustino Sarmiento”, en el que lo precedieron Matías G. Sánchez Sorondo, Jorge Max Rohde, Antonio Pagés Larraya y Noemí Ulla.

Hugo Beccacece había sido propuesto por los académicos Jorge Fernández Díaz, Santiago Kovadloff, Pablo De Santis y Jorge Cruz, “convencidos de su calidad de escritor y por estimar que su incorporación sería, además, el reconocimiento de una especialidad de mucha importancia en la vida artística e intelectual de un país”: el periodismo cultural. Beccacece es, para Cruz, “un periodista cultural puro”, actividad “que ha desempeñado largamente, con una eficacia que le ha valido la confianza de prestigiosas publicaciones y le ha deparado distinciones nacionales e internacionales. A la calidad de su prosa se suma la facultad de contar, una de sus más destacadas características”.

Para ver la nómina de los actuales miembros de número, hacer clic aquí.

Las palabras de apertura de Alicia María Zorrilla

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“Hugo Beccacece eligió el trabajo de las palabras, en indiscutible estado de asombro”, comenzó diciendo la presidenta de la Academia, quien habló del concepto de asombro en la filosofía. “Para Platón, denota el hallazgo de la verdad, ilumina la mente. Según Jorge Luis Borges, las cosas elementales nos abren al asombro. Beccacece vive sorprendido por el mundo a través del arte y trata de atraparlo con las palabras, que tienen el mismo ritmo de meditada mesura que tiene su conversación.

En su semblanza sobre el nuevo académico, Zorrilla afirmó que “nunca parece entregado a la pereza, sino a la dulce acción que transmite en sus palabras. Su sintaxis es límpida, despojada de hojarascas. En su prosa no cabe el aburrimiento”. Y agregó: “Su casa son las palabras. A ellas acude siempre. Se sabe protegido por ellas. Lo deslumbran, lo estremecen y lo exaltan. Lo llevan a otros espacios y a otros tiempos. El universo de Beccacece linda constantemente con la belleza. Sabe hacer visible lo que no siempre lo es”.

Luego de un exhaustivo recorrido por su carrera, sus premios y reconocimientos, concluyó: “Leer a Beccacece es iniciar la gran aventura del espíritu sin deseo del retorno”.

El discurso de bienvenida y presentación de Jorge Fernández Díaz

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Fuente: Infobae - Crédito: Chule Valerga

Como “un escritor de periódicos” fue descripto Hugo Beccacece en la boca del también académico de número Jorge Fernández Díaz, en su discurso titulado “Hugo Beccacece, el maestro de los retratos inolvidables”.

Destacó la importancia y el placer que provoca la literatura periodística. “Ingresa hoy en nuestra Academia precisamente una pluma que se inscribe en ese particular género y en esa corriente caudalosa, y que debería ocupar en esas páginas locales un capítulo central: así lo prueban las piezas excelsas reunidas en los libros La pereza del príncipe y Pérfidas uñas de mujer, pero también las infinitas intervenciones que Hugo Beccacece realizó en su paso por revistas y periódicos legendarios: un verdadero tesoro que permanece aún disperso y a la espera de un compilador paciente y agudo”. Y añadió: “Tardó un tiempo Beccacece en entender cabalmente que ese formato era su verdadero destino. Un escritor, acaso como un músico, puede errar por distintos instrumentos antes de encontrar el suyo, aquel que lo espera desde siempre”.

Fernández Díaz hico un recorrido narrativo por las experiencias de educación formal e informal de Beccacece y sus primeros pasos en el trabajo de escritor, con todas sus peripecias y anécdotas, incluyendo las de su “juventud tardía en París”. “La cultura francesa fue crucial en la carrera de Beccacece —dijo—. Las experiencias que vivió cimentaron su interés voraz por cualquier manifestación artística, su espíritu curioso y una sensibilidad crítica que no se han detenido, que han sido cruciales para su obra literaria y que lo convirtieron en un curador imprescindible”.

jorge fernández díaz

“Beccacece es reconocido como uno de los más importantes editores literarios y curadores en la Argentina. Su gusto para la obra de arte es refinado y preciso, nunca esnob ni condescendiente. Y está acompañado con un poco frecuente sentido común”, señaló.

Fernández Díaz contó la anécdota de cuando Beccacece estableció un vínculo con Victoria Ocampo. Habló de “la osadía de muchacho desconocido” que se presentó ante ella para que leyera textos de su autoría y le hiciera una devolución sobre su escritura. “Se inspiraron mutua curiosidad”. Beccacece colaboró en los últimos años de Sur, en donde puso establecer relación con figuras literarias como Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.

“Es un escritor y articulista excepcional —afirmó Fernández Díaz—. Integrante destacado de una generación de hombres afectos a la elegancia y a la excelencia y magníficos prosistas. Su prosa es cada vez más perfecta y deslumbrante. Aquí esta noche lo estamos rescatando como lo que es: una obra maestra”.

Concluyó su discurso diciendo que “Beccacece se dedicó a la extenuante tarea de renovar el articulismo, y lo logró con creces. Iluminó como pocos la vida de grandes artistas, príncipes, reyes y reinas, y, de algún modo, las creó y las resignificó. Nos permitió, a él y a sus devotos lectores, lidiar con nuestra propia soledad y seguir jugando en la oscuridad de este cuarto en el que todos vivimos y soñamos. Damos la bienvenida a esta querida Academia a ese niño, a ese lector, a ese espectador, a ese periodista, a ese escritor esencial, a ese gran maestro”.


La presidenta de la AAL, Alicia María Zorrilla, le entrega la medalla a Hugo Beccacece

rafael felipe oteriño
El abrazo entre el secretario general de la AAL, Rafael Felipe Oteriño, y Hugo Beccacece,
antes de la entrega del diploma

Antes de pronunciar su discurso de recepción, Hugo Beccacece recibió el diploma, la medalla y el distintivo institucional de manos de la presidenta Alicia María Zorrilla y el secretario general Rafael Felipe Oteriño.


El diploma, "custodiado" por los académicos Alicia María Zorrilla y Rafael Felipe Oteriño

El discurso del homenajeado Hugo Beccacece

Antes de comenzar su exposición, Hugo Beccacece resaltó de entre todos sus compañeros académicos a aquel que fue su maestro durante mucho tiempo en el suplemento Cultura del diario La Nación: a Jorge Cruz. Hizo lo mismo para con Jorge Fernandez Diaz, a quien también agradeció su discurso de bienvenida, calificándolo de “retrato irreal y magnífico”.

“Maestros de civilización y barbarie. Memorias del cuerpo y de la palabra” se tituló su emotivo discurso que dio de un modo descontracturado e informal. Una conferencia performática con momentos divertidos, alejados de toda solemnidad, y con un histrionismo que provocó risas y aplausos en varias oportunidades. Se animó a utilizar objetos para ilustrar de lo que fue hablando, como un perfume, un plato o un suéter que llevaba puesto y que ocultó hasta el momento preciso.

“Siempre me gustó contar y que me contaran historias, crónicas —comenzó—. Esa inclinación me llevó al periodismo y a la literatura. El azar o el destino me asignaron en esta Academia el sillón consagrado a la memoria de Domingo Faustino Sarmiento, un maestro en el arte de contar al que le debo, como la mayoría de los argentinos, haber cursado mis estudios en una escuela, un colegio y una universidad del Estado. Mis padres sólo costearon los libros y los guardapolvos blancos que seguían mi crecimiento”.

Su listado de maestros arrancó por los anteriores ocupantes del sillón de Sarmiento que le fue asignado “por suerte o destino”: el político y escritor Matías Guillermo Sánchez Sorondo y los siguientes tres a quienes llegó a conocer: Jorge Max Rohde, con quien dijo tener un gran vínculo literario por ser lector de sus obras y por tener en común que “ambos éramos esnobs”; el crítico literario y profesor Antonio Pagés Larraya; y la escritora y crítica literaria Noemí Ulla, con quien compartía la admiración por Victoria Ocampo y el poeta Juan José Hernández. “Siempre le agradeceré (a Ulla) el libro de conversaciones con Silvina Ocampo”, dijo.


Fuente: Clarín - Crédito: Juano Tesone

“Hay en mi vida, no sólo en mi vida de lector, un novelista que ocupa el lugar de un gran maestro: Marcel Proust”. En ese instante sucedió la primera intervención artística de Beccacece en su discurso: sorprendió a los asistentes al mostrar un suéter con la cara de Proust, que había ocultado desde el inicio debajo de su saco negro. “Es mi homenaje”, dijo sonriente, entre risas y aplausos del público.

Continuó: “Lo que siempre me atrajo como un terreno misterioso en la obra de Proust, es el uso de la metáfora y del símil como método de búsqueda y de escritura y la relación que mantienen con la memoria involuntaria. Esa memoria del corazón que irrumpe de improviso cuando un hecho, un objeto, un movimiento propio o ajeno, nos traen a la conciencia un elemento del pasado que tiene algo en común con el hecho o el objeto del presente. El fenómeno es posible porque existe una capacidad metafórica en la memoria, la de nuestro cuerpo y nuestros sentidos. Esas epifanías pueden no pertenecer al pasado”.


Fuente: Clarín - Crédito: Juano Tesone

La segunda sorpresa de la noche fue cuando, nuevamente, interrumpió su alocución para ilustrar una anécdota mostrando al público un plato que tenía guardado en su bolso, detrás suyo. Un plato italiano de una serie que se hizo desde fines del siglo XIX hasta principio del XX, que tenía dibujada la escena de un circo. Contó que lo heredó de su padre y que él lo legará a una amiga de Francia. Dijo que fue muy vendido en la época de la Primera Guerra Mundial, y que su ilustración es una metáfora de la Italia convertida en un circo, y, más específicamente, en el caso de la imagen de ese plato, en un mono.


Fuente: La Nación - Crédito: Rodrigo Néspolo

Así, Beccacece graficó en vivo el poder de la metáfora, la capacidad metafórica en la memoria y en las cosas: “el pasado vuelve a través de un objeto, imagen o algo del presente”. Lo que volvió a hacer cuando sacó un perfume de la ciudad italiana de Positano y lo roseó desde al atril a los espectadores, para explicar la relación entre el cuerpo y la memoria sensorial. “Es raro que no despierte sentimientos, sensaciones, recuerdos. Hay una posibilidad metafórica en la misma realidad. El perfume, que me hace acordar a Positano, se convierte en otra cosa”.

“El lujo es el comentario visible de una felicidad”, dijo parafraseando a Borges, quien justifica así el uso de los adornos, por ser la muestra de una felicidad, del lujo en la vida. “El colmo de los lujos es la piel acariciada de los seres que amo o deseo —siguió Beccacece—. Hay algo en la piel de los seres humanos muy especial, porque quien recibe la caricia tiene conciencia de ese acto y acepta la caricia y reconoce a quien lo acaricia. Ese espejo de conciencias es lo que hace tan atractivo al amor”.

Beccacece recordó que para Proust, la metáfora estaba íntimamente ligada al ser humano. “Las emociones (que vive una persona ante diferentes situaciones) se traducen en sensaciones de diferente tipo, a través del tacto, lo háptico, así como del oído y de todos los sentidos y expresiones del cuerpo. El hombre es un ser metafórico no solo desde un punto de vista lingüístico, sino también perceptivo”.

Tras buscar detrás de él una nueva sorpresa, hizo aparecer un bebé de juguete y un repollo, para hablar de la evolución o el crecimiento de un árbol o una planta como metáfora o mito que usaban los padres para explicar el nacimiento de un ser humano. “Para simplificar este tema de un modo brutal o pírrico (algo que no se debería hacer)”, los padres recurren al símil botánico para explicar a los niños cómo vienen al mundo: al principio, un árbol es una semilla. “Esa compleja evolución hizo que muchos padres resolvieran dar a los hechos una explicación al estilo Disney: les decían a sus hijos que habían nacido en una plantación de repollos”.

“Mi exposición no ha sido otra cosa que poner en acto la compulsión de narrar, muchas veces en crónicas, que anima mi vida y mi escritura”, afirmó, antes de cerrar su discurso con un relato íntimo de su infancia que lo dejó al borde de las lágrimas: la muerte de su padre, apenas pocas semanas después de la de su madre.

“Lo esencial y lo más valioso en el ser humano es el hilo de relatos que une una generación a la siguiente desde hace miles de años: el pase del testigo. Por eso, aunque no tengo nada que decir, quiero decirlo de todos modos. Mi círculo dorado. Muchas gracias”, fueron sus últimas palabras, seguidas de un aplauso sostenido de un público de pie.


El saludo entre Mirtha Legrand y Hugo Beccacece

Hugo Beccacece

Nació en Buenos Aires el 27 de noviembre de 1941. Es escritor, crítico literario, traductor y periodista. Se recibió de profesor en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en 1971. Ejerció la docencia en las cátedras de Introducción a la Filosofía e Introducción a las Ciencias Humanas en las Facultades de Filosofía y Letras y Arquitectura de la UBA.

Ha dado conferencias y cursos sobre temas literarios y periodísticos en distintas instituciones tanto en la Argentina como en otros países. Fue invitado por los gobiernos de Alemania, Estados Unidos, Italia y Japón para realizar tareas de intercambio cultural. Sus ensayos y artículos han aparecido en distintos medios nacionales y del exterior.

Como periodista escribió para diferentes medios, entre ellos, la revista Sur y los diarios La Opinión, Convicción y Tiempo Argentino. Fue editor del suplemento Cultura y de la revista AdnCultura del diario La Nación, donde continúa escribiendo.

Es autor, entre otras publicaciones, de La pereza del príncipe, recopilación de artículos y entrevistas, y Pérfidas uñas de mujer. Ensayos sobre cine, literatura, arte y estilos. También realizó traducciones, como la obra El compromiso racionalista, de Gaston Bachelard, y Diferencia y repetición, de Gilles Deleuze (junto a Silvia Delpy).

Recibió los siguientes premios y distinciones:
— El nombramiento como Caballero de las Artes y las Letras de Francia (1994).
— Premio Konex de Platino a la crítica literaria —decenio 1987-1997— (1997).
— El nombramiento como Caballero de la Orden de la Estrella de la Solidaridad Italiana (2003).
— Premio Umberto Saba del Concurso Internacional “Trieste Scritture di Frontiera”, otorgado por el Pen Club de Trieste (2009).

  • Artículo de La Nación
    “Es uno de los grandes escritores periodísticos de la historia argentina. Sus libros debieran estudiarse en las escuelas de periodismo y la Facultad de Letras”, dijo Jorge Fernández Díaz, periodista, escritor y académico de número de la AAL.
  • Artículo de la ASALE